Misterios de un rincón de México
México es un país extenso de casi dos millones de kilómetros cuadrados.
Con una población que se acerca a los cien millones, y una imagen que fácilmente se identifica con música y alegría. Algunos de los tópicos que dan el perfil histórico de un pueblo caen, sin embargo, con cierta facilidad.
México es belleza y amabilidad por encima de todo, tal como lo vio este viajero. Pero ya se sabe, cada uno hace -vive- su propio viaje, que aquí, dadas las características aludidas, ha de localizarse con precisión si no se quiere convertir en una simple caza de imágenes.
La variedad de los regiones del país conduce a la variedad de paisajes, de intereses, de gastronomía, y me atrevería a decir que de carácter. Por eso este viajero, aun dentro de la diversidad, prefirió acotar el acercamiento a una franja, en la península de Yucatán, Estado de Quinta Roo, vertebrada por una carretera que discurre paralela al Caribe desde Cancún -paraíso de muchos turistas españoles- hasta el estado anglosajón de Belice, el más pequeño de los centroamericanos. Establecerse hacia la mitad de este trayecto no es mal consejo.
Desde aquí podrá moverse por esa inmensa planicie selvática que acogió durante trece siglos la enigmática civilización maya, cuyos rasgos, tanto físicos como culturales, pueden aún hoy observarse en los habitantes de la zona.
La elección, claro, ha de ser siempre personal.
El viajero ofrece tres propuestas, indispensables unas, distintas otras. El tiempo bien aprovechado, pensando que hay actividades que pueden practicarse en cualquier parte, da mucho de sí para ampliar o intensificar.
Hermosa imagen de la costa de Yucatán. Xel--Há. Foto A. García-guiarte.Copyright