Ruinas ricas, ruinas pobres
Todavía hoy, después de miles de años, podemos disfrutar de los restos y ruinas de grandes civilizaciones; sin embargo, otras ruinas de mayor humildad se desmoronan con el tiempo y el abandono.
Hace años, un amigo me comentó a la vuelta de un viaje a Roma: "No me gustó la ciudad. Estaba todo lo antiguo en ruinas".
No me molesté en explicarle que esas ruinas están tocadas por la mano de la historia; que aún muestran la capacidad constructiva de la sociedad creadora del primer gran imperio mundial; los saberes, gustos y modos de vida de una civilización; las luchas que desgarraron la Europa mediterránea a lo largo de milenios…
No me molesté en explicarle que la grandeza pervive intacta en las ruinas de ciudades como Roma, Petra o Teotihuacán.
Es curioso. Me quedo embelesado, conmovido, ante las ruinas de una ciudad como Roma y en cambio me indignan, me llenan de melancolía las que veo en torno a mi tierra humilde. Las primeras me hablan de la belleza y la grandiosidad de las obras del hombre, que perviven desafiando al tiempo y a las guerras. Las segundas me hablan de la incuria, la decadencia y el abandono.
Restos del ábside románico del monasterio de San Juán de Montealegre. Guiarte Copyright