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Prostitución y arte en el Museo d`Orsay



París, 1 de diciembre de 2015
"Pierreuses" prostitutas que ejercen clandestinamente en descampados, chicas "con tarjeta" que ofrecen sus servicios en espacios públicos, "verseuses", que fomentan el consumo de alcohol, pensionistas de prostíbulos, cortesanas que reciben a sus admiradores en lujosos palacetes... En el siglo XIX, la prostitución adopta múltiples rostros.

En París, entre el Segundo Imperio y la Belle Epoque, la prostitución se afirma como tema, en obras vinculadas con corrientes tan diversas como el academicismo, el naturalismo, el impresionismo, el fauvismo o el expresionismo. La ciudad se encuentra entonces en plena metamorfosis, ofreciendo a los artistas nuevas ubicaciones (salones de la alta sociedad, palcos de óperas, prostíbulos, cafés, bulevares…) que observar y que representar. 

Splendeurs et misères. Images de la prostitution, 1850-1910 es la primera exposición dedicada al tema de la prostitución por el Museo d`Orsay. Un tema controvertido que, a través de esta exposición nos muestra cómo los artistas franceses y extranjeros, encontraron y desarrollaron nuevos medios pictóricos para representar realidades y fantasías inherentes a la condición humana.

Entre la fascinación y la repulsión, prostíbulos y escenários sombríos se convirtieron en fuente de inspiración para pintores, diseñadores, fotógrafos, cineastas y escritores. Desde las ilustraciones de Gil Blas, pasando por la Olimpia de Manet, L'Absinthe de Edgar Degas, y hasta llegar a las Damiselas d'Avignon de Picasso, los pintores modernos se enfrentaron al reto de representar todas las caras de la prostitución, reflejando a prostitutas y cortesanas en imágenes llenas de sensualidad y en ademanes que destacan por su absoluta falta de pudor.

La figura de la prostituta
Figura ineludible en la literatura, las artes y la prensa del siglo XIX, la prostituta es expresión de las fantasías masculinas. El Oriente, la Grecia y la Roma de la Antigüedad son decorados a los que se recurre con frecuencia, para poner en escena cuerpos desnudos en poses lascivas.

En el registro alegórico, la mujer venal encarna los defectos de toda una sociedad. La figura corruptora y amenazadora de la Gran Prostituta resurge en el siglo XIX, cuando se califica París de "nueva Babilonia". 

En una época en pleno auge del pudor y la decencia, las prostitutas son modelos ideales, pues son las únicas mujeres dispuestas a mostrar su sexo y prestar su cuerpo, para experiencias físicas y ficciones visuales.

El París del placer
La prostitución, prohibida a la luz del día, está autorizada para las chicas con tarjeta cuando cae la luz, en el momento en que se encienden las farolas. Prostitutas de baja categoría o destacadas cortesanas ponen de relieve sus encantos gracias al brillo mágico de las farolas. Al exhibirse ante la mirada de los paseantes, la prostitución se hace visible de noche, invadiendo el espacio público.

La prostitución callejera se organiza principalmente alrededor de los cafés. Las terrazas son emplazamientos estratégicos para aquellas que buscan clientes, visibles a la vez desde el interior del establecimiento y desde la calle. A "la hora de la absenta", al finalizar la tarde, esperan la llegada de los clientes, sentadas en una mesa delante de una copa de alcohol y con un cigarrillo en la mano.

Incluso después de su desaparición, los burdeles siguen siendo objeto de fascinación. La exposición hace una incursión en estas grandes "casas de la tolerancia", en las que la carne y la voluptuosidad fueron esbozadas por artistas como Munch. El burdel es una especie de laboratorio para los artistas en busca de temas modernos y de una renovación del tratamiento del desnudo femenino. 

Toulouse-Lautrec proporciona, como nadie, un rostro a las prostitutas de su época. En 1893 y 1894, el artista comparte la intimidad de las "chicas" de las casas de la rue d’Amboise y de la rue des Moulins, representando un modo de vida tranquilo aunque melancólico.

En el último tercio del siglo XIX, con la liberalización del comercio de lugares de venta de bebidas, el número de prostíbulos va disminuyendo y se multiplican las "cervecerías de mujeres", donde las insinuantes "verseuses" hacen que los clientes beban hasta perder en ocasiones el sentido.

Los cafés-concierto y cabarets también son focos de prostitución que representan artistas como Toulouse-Lautrec o Forain. En el escenario actúan mujeres de diversos talentos.

Frecuentada por la alta burguesía y la aristocracia, la Ópera es el teatro de una prostitución de alto copete. La sala de la Ópera de la rue Le Peletier y posteriormente del Palais Garnier es propicia para los encuentros venales, durante el periodo del carnaval cuando se celebran grandes bailes de disfraces.

Splendeurs et misères. Images de la prostitution, 1850-1910
Hasta el 17 de enero de 2016
Museo d`Orsay


Henri de Toulouse-Lautrec (1864-1901). Au Moulin Rouge. 1892-1895.

Henri de Toulouse-Lautrec (1864-1901). Au Moulin Rouge. 1892-1895.

Henri Gervex (1852-1929). Rolla. 1878.

Henri Gervex (1852-1929). Rolla. 1878.

Edgar Degas. L`Absinthe (Dans un café). Entre 1875-1876.

Edgar Degas. L`Absinthe (Dans un café). Entre 1875-1876.

Gustav-Adolf Mossa (1883-1971). Ella.

Gustav-Adolf Mossa (1883-1971). Ella.

André Derain (1880-1954). La mujer en camisón o Bailarina. 1906.

André Derain (1880-1954). La mujer en camisón o Bailarina. 1906.

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