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Goya en Madrid

Madrid, 28 de noviembre de 2014
Durante su creación de los cartones, a los que dedicó dos décadas de su carrera entre 1775 y 1794, Goya se fue tejiendo prestigio como pintor de cámara y académico, aunque su reconocimiento en la Corte no llegaría hasta once años después, cuando fue nombrado pintor del rey en 1786, y luego con su nombramiento como primer pintor de cámara en 1799.

La muestra del Prado enfrenta entre sí los cartones por temas, relacionándolos a su vez con la obra de sus contemporáneos (Mengs, Tiépolo, Bayeu, Maella, Paret o Meléndez) y del pasado (Tiziano, Rubens, Teniers o Velázquez), autores que sirvieron a Goya como inspiración para sus propias creaciones.

El recorrido, compuesto por 142 obras y 8 bloques temáticos, evidencia la conexión del artista con el pasado y su contemporaneidad, explicando, al mismo tiempo, cómo la riqueza de composiciones, figuras y expresiones que aparecen en estos lienzos constituyen el germen de sus obras posteriores.

Las secciones de la muestra seleccionan asuntos, escenas y composiciones presentes en la pintura decorativa de los ámbitos cortesanos, pero que Goya interpretaría en los cartones según su particular visión de la sociedad, del mundo, de la realidad, y sobre todo de lo español y de lo madrileño.

LA EXPOSICIÓN
Goya llegó a Madrid en enero de 1775 para colaborar, bajo la dirección de Anton Raphael Mengs, primer pintor de cámara y director artístico de la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara, en el proyecto de los cartones de tapices destinados a los Sitios Reales.

El artista recibió siete encargos de cartones, en cuyas composiciones reflejó la diversidad del pueblo en escenas de juegos y fiestas, pero también de violencia, engaños y tristeza. Goya consigue plasmar una gran variedad de sentimientos, y capta la riqueza de los tipos humanos, los diferentes atuendos masculinos y femeninos y la sugerencia de infinitas situaciones.

Estos cartones serían concebidos por Goya como una metáfora de la sociedad, y el artista encontraría en ellos el camino de creaciones posteriores con las que alcanzó la fama, como los aguafuertes de los Caprichos.

SECCIONES
1. La caza
Esta sección mantiene el orden original en la selección de los cartones ya que constituye en sí misma un género específico. Se trata de la temprana serie de la caza para las habitaciones de Carlos III en El Escorial realizada en 1775-76.

Los reyes de España tuvieron la caza como actividad favorita y exclusiva. Fue además metáfora del buen gobierno y del valor de los soberanos desde la Antigüedad. Los libros de caza ilustraban las hazañas de reyes y príncipes y explicaban los lances de la caza mayor, que les preparaba para las estrategias de la guerra.

Los monarcas se hacían retratar en atuendo de cazadores para la decoración de sus palacios. En la Colección Real Goya pudo ver ejemplos de estos retratos, como los realizados por Velázquez, o de cacerías, como la de Carlos V de Cranach, que le dieron la pauta para pintar los suyos.

Los asuntos de caza pintados por Goya formaban parte de un conjunto de catorce cartones de tapices para el comedor de los Príncipes de Asturias en el Escorial.

Al situarse en el siglo XVIII, las escenas tenían un carácter documental, aunque sus figuras se inspiraban en el arte clásico y los animales en las cacerías naturalistas de Snyders.

En este género, Goya supo fusionar con maestría la belleza ideal y el carácter humano y profano de la caza.

2. Divertimentos
En esta sección, Goya explora las diversiones y juegos populares que los ilustrados consideraban saludables e idóneos para el desarrollo físico y moral de las gentes.

Los reformistas ilustrados dieron gran importancia a las diversiones públicas, pues consideraban que favorecían las correctas relaciones sociales, desarrollaban la destreza y alejaban al hombre de los vicios.

El Juego de pelota a pala de Goya muestra cómo en el último cuarto de siglo el juego de pelota, antes reservado a la nobleza, se había popularizado y era practica do por otras clases sociales, al tiempo que adquirió connotaciones negativas al asociarse con engaños, apuestas y desorden público, algo que podemos apreciar en el cartón Jugadores de naipes, donde unos tahúres hacen señas a su compañero para desvelarle las cartas de su oponente.

Goya también capta el movimiento autóctono de los jóvenes del pueblo de Madrid, que se llamaron a sí mismos “majos” y “majas”, y que aparecen en los cartones en escenas de meriendas, bailes y romerías.

El fenómeno del “majismo” había irrumpido con fuerza en la sociedad en esos años. Al “majo” se le definía como “el hombre que afecta guapeza y valentía en las acciones o palabras”. Carones como La naranjera muestran el prototipo de la sensualidad y el descaro que caracterizaba a las majas que vendían por la calle.

3. Las clases sociales
En los cartones de Goya se aprecia la variedad de una sociedad que comenzaba a socavar los rígidos estamentos del siglo anterior. El aumento de la población y el impulso que se dio a las manufacturas reales, la nueva dinastía de los Borbones, así como el avance del comercio fueron los aspectos que mayor eco tuvieron en la sociedad española.

La pradera de San Isidro, boceto para un cartón que no llegó a pintarse por la muerte de Carlos III en 1788, refleja la armonía del pueblo en su mezcla de clases sociales a los pies de la ciudad y del Palacio Real, como una alegoría del reino, próspero y en paz.

En esta sección Goya trata el tema del matrimonio desigual. Una bella joven, con un novio rico, camina segura ante las burlonas amigas y los pretendientes despechados sin hacer caso de su desolado padre. Goya trata en este cartón un tema candente del siglo XVIII, el de la unión entre personas de distintas castas.

Sección 4. Música y baile
La música y el baile de carácter popular, dentro de la fiesta callejera y en las ferias, es una sección en la que se pone en evidencia la precisión técnica de Goya en la representación de los pasos de baile y de los instrumentos musicales.

La representación del baile, que estimula las relaciones amorosas, servía para advertir de la vanidad de los placeres sensuales. En Baile a orillas del Manzanares, una maja galantea con un soldado, esperando sacar un mejor provecho de la vida.

Entre juego y baile, La gallina ciega presenta el corro de jugadores, majos y nobles, que despistan con sus giros y escapadas al joven del cucharón que, con los ojos vendados como Cupido, tendrá que identificar a la persona tocada. Goya subraya aquí el engaño y la seducción, así como la mezcla de clases sociales, aunque los majos pueden ser nobles disfrazados con atuendos populares.

Sección 5. Niños
En el siglo XVIII, la naturaleza y el juego iban unidos a la recreación de los niños pero también a su enseñanza. Entre las actividades recreativas estaba el subirse a los árboles para coger fruta, motivo que ha estado siempre presente en las artes plásticas.

En sus cartones, Goya representa la infancia en distintos ambientes, que incluyen el trabajo y la familia. Los niños de las familias menos acomodadas ayudaban primero en las tareas domésticas y a partir de los siete años comenzaban a trabajar fuera de casa.

Aunque Goya represente a niños de familias humildes, como los de Los pobres en la fuente, su visión es idealizada, al mostrar una felicidad familiar como reflejo de la del propio país, pues no en vano el destinatario último de los cartones era el rey.

Sección 6. Los sueños
Los sueños, tanto reales como imaginados, son uno de los asuntos que más interesaron a Goya y a los que dio inicio precisamente en los cartones de tapices.

El vínculo entre el amor y el sueño, asunto representado por Goya en Las lavanderas, se remonta al arte griego y sitúa este asunto en el ambiente de prostitución que se asociaba con las lavanderas: una de ellas disfruta de un sueño erótico provocado por la caricia de un carnero, símbolo de la lujuria.

Sección 7. Las cuatro estaciones
En esta sección se muestra, en su orden original, la serie de las Cuatro Estaciones, destinada al comedor de los Príncipes de Asturias en el palacio del Pardo, encargada en julio de 1785.

Se trata de un conjunto en el que Goya dio un vuelco a la iconografía tradicional de raíces clásicas en la representación de las estaciones.

El origen mítico de las Cuatro Estaciones tiene sus raíces en el rapto de Proserpina, frecuentemente representado en el arte. La hija de Júpiter y Ceres, diosa de la agricultura, fue secuestrada por Plutón, dios del inframundo. Tras pactar con Plutón, Júpiter partió el año en doce meses. Durante los seis primeros Proserpina podía vivir con su madre, Ceres, que daba frutos como expresión de su alegría, y el resto del año la tierra se volvía estéril debido a su tristeza.

Sección 8. El aire
Esta sección se centra en La cometa, un juego que se muestra como alegoría a la conquista del aire que se logra en el siglo XVIII y como ejemplo de uno más de los avances alcanzados en ese período de la historia.

En el siglo XVIII, con las primeras ascensiones de globos aerostáticos en París y en Madrid en 1783, las ciencias conquistaron el cielo, hasta entonces reservado a lo divino. Los fenómenos relacionados con el aire, una vez explicados científicamente, perdieron su carácter temible.

Perros en traílla. Francisco de Goya. Museo Nacional del Prado

Perros en traílla. Francisco de Goya. Museo Nacional del Prado

Baile a orillas del Manzanares. Francisco de Goya. Museo Nacional del Prado

Baile a orillas del Manzanares. Francisco de Goya. Museo Nacional del Prado

Niños con perros de presa. Francisco de Goya. Museo Nacional del Prado

Niños con perros de presa. Francisco de Goya. Museo Nacional del Prado

Las lavanderas. Francisco de Goya. Museo Nacional del Prado

Las lavanderas. Francisco de Goya. Museo Nacional del Prado

La cometa. Francisco de Goya. Museo Nacional del Prado

La cometa. Francisco de Goya. Museo Nacional del Prado

La boda. Francisco de Goya. Museo Nacional del Prado

La boda. Francisco de Goya. Museo Nacional del Prado

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