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Chernobyl, Fukushima...

La primera de estas noticias publicada el pasado 13 de febrero fue el derrumbe del tejado de la sala de máquinas de la central nuclear de Chernobyl, debido al peso de nieve acumulada.

El derrumbe ocurrió muy cerca del llamado "sarcófago", cubierta de hormigón que oculta el equipo de reactores que explotó el 26 de abril de 1986, causando graves daños humanos y económicos en torno al territorio en el que se ubica la instalación.

Han pasado 28 años del siniestro, y la planta sigue siendo un foco de preocupaciones... y lo seguirá siendo en el futuro. Nadie tiene la garantía absoluta de que los restos radiactivos no pueden ser dispersados de nuevo.

La otra noticia es el informe sobre las consecuencias de la catástrofe de Fukushima, presentado esta semana por Greenpeace en Tokio, Japón, en el que se habla de los daños y de quien los acaba pagando. En el estudio se destaca que al final los daños estimados son de 250.000 millones de dólares, que corren a cargo del contribuyente japonés.

El informe se encargó a David McNeill, periodista, corresponsal y escritor sobre la catástrofe de Fukushima, a Antony Froggatt, experto en políticas energéticas y nucleares, y al profesor Stephen Thomas, experto en asuntos económicos y políticos sobre energía nuclear, En el mismo se explica que en las convenciones sobre la materia se establece el límite de daños que deben afrontar los operadores de las centrales nucleares entre 350 a 1.500 millones de euros, y ninguna responsabilidad para los proveedores.

TEPCO, el operador de Fukushima, fue nacionalizado porque no estaba en condiciones de cubrir los primeros costes. Con el actual sistema de responsabilidad, los proveedores de TEPCO (General Electric, Hitachi y Toshiba, que proporcionaron reactores basados en un diseño defectuoso) no están obligados a pagar nada en concepto de indemnización. Los contribuyentes japoneses, incluyendo a los evacuados, son los que pagarán la mayor parte de los daños.

Aslihan Tumer, responsable de la campaña Nuclear de Greenpeace Internacional, comentó que "No es justo que la industria nuclear obtenga beneficios, mientras que las personas pagan un alto precio por sus fracasos (…) Es muy sencillo, el que contamina paga. La industria nuclear debe ser considerada responsable de los daños que causa".

Pero el tema es aún más grave. Una empresa de valor X, puede causar daños que son multitud de veces su valor... entonces ¿Quién paga?.

Frente a los intereses industriales, en Japón la opinión pública está a favor de abandonar la producción de energía atómica... Las consecuencias de la catástrofe de Fukushima han sido evidentes. Sin embargo, en todo el mundo, muchos gobiernos no son tan claros. Algunos reclamaron en el momento en que se produjo la catástrofe, una mayor “severidad” ante la energía nuclear, una severidad que parece estar aflojando.

Es necesario persistir en la defensa de la calidad de la vida humana, y esa defensa está incuestionablemente ligada al abandono de la producción de la energía atómica.

Los daños estimados por la catástrofe de Fukushima son de 250.000 millones de dólares, que correrán a cargo del contribuyente japonés.

Los daños estimados por la catástrofe de Fukushima son de 250.000 millones de dólares, que correrán a cargo del contribuyente japonés.

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