“Nuestro siglo atareado no siempre tiene tiempo para leer, pero siempre tiene tiempo para ver”, constató Theóphile Gautier en 1858. Dos décadas antes se había divulgado en Europa el primer procedimiento fotográfico (el daguerrotipo) y había surgido la figura del espectador fascinado por las cualidades ópticas del nuevo invento. Al mismo tiempo que la sociedad se tornaba cada vez más mecanizada y rápida, la imagen iba ganando terreno a la palabra impresa. La capacidad de síntesis de la fotografía y sus cualidades evocadoras la convirtieron en uno de los medios de representación visual predilectos. La exposición La fotografía en España en el siglo XIX muestra el impacto que supuso la invención de la fotografía, así como la expectación que suscitó a lo largo del siglo XIX. Consta de 165 fotografías, en su mayor parte inéditas, procedentes de archivos, museos y colecciones particulares.
Asimismo, reúne gran cantidad de libros, periódicos, revistas, álbumes y anuncios publicitarios que reflejan el motivo por el cual fueron generadas estas imágenes, así como sus plataformas de difusión. La muestra no pretende ofrecer una visión exhaustiva de todos los fotógrafos que trabajaron durante el siglo XIX en España, ni facilitar una lectura temática, sino incidir en los diferentes usos y funciones que tuvo el medio fotográfico.
La exposición La fotografía en España en el siglo XIX, cuyo comisario es Juan Naranjo, se puede visitar en CaixaForum (avenida del Marquès de Comillas, 6-8), del 16 de abril al 6 de julio de 2003. La exposición es fruto de un trabajo de investigación llevado a cabo por el comisario Juan Naranjo.
“La fotografía cambió radicalmente el conocimiento que la sociedad del siglo XIX tenía del mundo... La fotografía democratizó la representación, al mismo tiempo que identificaba, acusaba y acercaba la imagen del otro. Hizo públicos los interiores de los palacios, de las mansiones y de las casas más humildes y fue el medio que mejor representó y participó, tanto en la forma como en el contenido, en las más importantes transformaciones que se produjeron en la creación moderna durante el siglo XIX y que dieron paso a los movimientos de vanguardia del siglo XX”, constata Naranjo.
La fotografía en España en el siglo XIX está dividida en tres ámbitos conceptuales: Modernidad, Identidad y De la imagen privada a la pública. Reúne la obra de los primeros fotógrafos extranjeros que visitaron Eepaña, así como de autores oriundos, junto a numerosas fotografías anónimas. A través de estas imágenes, la exposición no sólo pretende recrear el clima de expectación y novedad que representó la introducción de la fotografía, sino que invita a rastrear en la obra de los pioneros algunas de las claves de la sensibilidad contemporánea.
Identidad
A mediados del siglo XIX, España era uno de los destinos predilectos de franceses e ingleses, tal como atestigua la profusión de libros de viaje y guías de la época. Los escritores y pintores románticos habían creado una imagen del país estereotipada, y muchos fotógrafos realzaron intencionadamente estos tópicos, proyectando una imagen del país muy reduccionista: toreros, bandoleros, gitanos, cigarreras, vistas de los vestigios árabes, etcétera. Théophile Gautier fue uno de los primeros en realizar las primeras fotografías destinadas al consumo de la imagen estereotipada de España. Dicha visión no se correspondía con la realidad de un país rico en matices y diferencias, motivo por el cual ciudades industrializadas y europeizadas como Barcelona fueron obviadas, pues el progreso tecnológico que se respiraba en ellas no encajaba con el tópico.
Las fotografías de delincuentes, de indígenas (de las colonias), de burgueses y de la reina Isabel II, así como las incorporadas a documentos destinados a la identificación, y las realizadas para estudios antropológicos y varios autorretratos también forman parte del ámbito destinado a la identidad. Con motivo de la Exposición Universal de Barcelona de 1888, Rafael Areñas realizó gran parte de los retratos fotográficos que se adjuntaron a los abonos que permitían el acceso a la muestra. Este tipo de pases, en los que constaban el nombre y la firma, derivaron en el actual documento nacional de identidad. Con anterioridad, el gobernador civil de Córdoba, Julián de Zugasti, había utilizado la fotografía para erradicar la delincuencia, encargando al fotógrafo J.H. Tejada, de Córdoba, la realización de todos los retratos de los delincuentes que eran apresados.
De la imagen privada a la pública
El descubrimiento de la fotografía permitió dotar de rostro a numerosas personas anónimas. Este hecho se acrecentó a partir de 1860, debido al perfeccionamiento de los procedimientos fotográficos y a la reducción de sus costes. Esto conllevó la democratización del retrato y la producción masiva de fotografías de personajes ilustres (monarcas, políticos, escritores, actores). Los retratistas más importantes empezaron a comercializar retratos de los prohombres de la sociedad y su adquisición se convirtió en una de las modas de la época. Asimismo, las obras de arte dejaron de ser objetos exclusivos de iglesias, palacios, colecciones privadas y museos, ya que se podían adquirir reproducciones en librerías, quioscos y estudios fotográficos de la mayoría de las ciudades españolas.
La modernidad
El contrapunto a la imagen romántica e idealizada que proyectaron gran parte de los viajeros que visitaron España lo constituyen las fotografías industriales que muestran el proceso de modernización de la sociedad española iniciado durante el reinado de Isabel II. No en vano la fotografía fue el medio que mejor reflejó la modernidad relacionada con el progreso científico y técnico derivado de la revolución industrial, ya que fue tomada como uno de los máximos símbolos de la modernidad tecnológica. También fue utilizada por los creadores pertenecientes a los grupos artísticos más críticos y transgresores, que la emplearon para documentar sus acciones o como medio de expresión. Dichos artistas generaron una serie de obras que se escapan a la producción de su tiempo por su carácter innovador.
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